lunes, 27 de junio de 2016

FANGO "Estaré despierto"


Les comparto el video de este excelente tema de la banda de mi amigo Marcelo Piorno.




La leyenda de El Coquena

EL COQUENA


Cazando vicuñas anduve en los cerros
Heridas de bala se escaparon dos.
-No caces vicuñas con armas de fuego;
Coquena se enoja, -me dijo un pastor.


-¿Por qué no pillarlas a la usanza vieja,
cercando la hoyada con hilo punzó ?
-¿Para qué matarlas, si sólo codicias
para tus vestidos el fino vellón ?


- No caces vicuñas con armas de fuego,
Coquena se venga, - te lo digo yo
¿No viste en las mansas pupilas obscuras
brillar la serena mirada del dios ?


-¿Tú viste a Coquena ? -  Yo nunca lo vide,
pero si mi agüelo, - repuso el pastor ;
una vez oíle silbar solamente
y en unos tolares, como a la oración.


Coquena es enano ; de vicuña lleva
sombrero, escarpines, casaca y calzón,
gasta diminutas ojotas de duende,
y diz que es de cholo la cara del dios.


De todo ganado que pase en los cerros
Coquena es oculto, celoso pastor ;
Si ves a lo lejos moverse las tropas,
es porque invisible las arrea el dios.


Y es él quien se roba de noche las llamas
cuando con exceso las carga el patrón.
 
Juan Carlos Dávalos

jueves, 23 de junio de 2016

La leyenda de El Duende

EL DUENDE


Es –dijo el indio viejo, de barbas de chivato,
empezando la historia con su habitual recato –
un hombre peticito, sombrerudo y lampiño,
forzudo como un toro, travieso como un niño.

Oculta en los bolsillos de su calzón de pana,
una mano de plomo y otra mano lana:
pregunta a quien le halla cual es la que prefiere,
y si elegía la lana, con la de plomo os hiere.

El hace en la cocina que rebalse la olla,
y él aumenta en el tulpo la dosis de cebolla.

De acuerdo con el gato, su compadre y amigo
echa pelos en la leche, se revuelca en el trigo,
a medianoche muele maíz en el mortero,
encabrita la jaca y aventa el avispero.

A la hora de la siesta cuando el sol reverbera,
se aparece a los chicos debajo de la higuera.

A  jugar les convida con palabras cordiales
y en la frente les deja tramendos cardenales.

El sábado a la noche ronda la pulpería
y aporrea a los ebrios con pesada porfía;
se enanca en el caballo, les hurta los pellones
y el pan de las alforjas lo trueca por carbones.

El duende es el demonio del mal que muerde y pasa
el que pudre los huevos, el que apedrea la casa;
toda molestia viene de su maligna influencia,
y un solo medio existe para burlar su ciencia.

Se sabe – acabó el viejo de barbas de chivato -,
que el duende es un espíritu que tiene un gran olfato.

Para ahuyentar es bueno, según decía mi abuela,
cargar en los bolsillos algo que mucha huela.
Por donde tal remedio, según lo que trasciende,
resulta peor que el duende.

Juan Carlos Dávalos