domingo, 30 de abril de 2017

Muy breve reseña del Jazz



El jazz es una de esas experiencias musicales que cuando las escuchamos de jóvenes nos suena a "música de antes", es un tipo de música difícil de definir. Como muchas otras artes se explica a si mismo, y solo la experiencia de su audición permite comprenderlo.

Sus raíces

El jazz surge de la confluencia de la tradición musical africana y la europea, en un lugar preciso, el sur de los Estados Unidos, a raíz de la llegada de los esclavos negros, comerciados como mano de obra para las plantaciones desde principios del siglo XVII.
En el siglo XIX, la religión cristiana (sobre todo las iglesias baptista y metodista) fue impuesta a muchos de estos esclavos, que encontraron en los textos del Antiguo Testamento numerosas analogias aplicables a su propia situación y en las corales una forma de expresión musical.
Esos textos, junto con su propia musicalización es conocida como GOSPELL, canto religioso que adopta formas diversas: la prédica del pastor, los grupos vocales y gran número de solistas especialmente femeninas.

Otro de sus orígenes, aunque debemos aclarar que ambos géneros musicales se influyen mutuamente, es el blues; este tiene una estructura de doce compases, que utiliza las llamadas blues notes, alteraciones de la tercera y séptima notas de la escala, pero el blues es mucho más, hay quien lo traduce por tristeza, aunque es más acertado la definición de los propios cantantes de blues: Blues is a feeling, es una sensación, un sentimiento.

Por otro lado surge en Saint Louis hacia 1870 un estilo pianistico, que sin llegar a ser jazz se acerca mucho por su carácter dinámico y saltarin, es el RAGTIME.

El nacimiento del jazz se pierde, entonces, en esa confluencia de formas y estilos musicales de la cultura afroamericana que se produce a finales del siglo XIX: el gospel, el blues, el ragtime, las marchas militares, la música de baile europea...Toda esta mezcla creará el trasfondo sobre el que Jerry Roll Morton se permitirá autoproclamarse inventor del jazz.

Sus características principales

Superposición de ritmos regulares e irregulares, con la utilización de notas a contratiempo y sincopas.
La improvisación. La forma mas comun de los temas de jazz clásico es la forma canción . El musico de jazz al improvisar crea nuevas melodias, puede hacerlo adornando las melodias existentes o creando nuevas lineas por encima de las armonias dadas, que están en la base de toda la composición.

Instrumentos

El jazz es una música de raíz africana con elementos occidentales, esto se refleja en los instrumentos.

  • Rítmicos : Batería, contrabajo.
  • Melódicos : Piano, Trompeta, Saxofón, Guitarra.


Agrupaciones


  • Trío : Formado generalmente por dos instrumentos rítmicos (batería y contrabajo) y uno melódico, que suele ser el piano o la guitarra.
  • Cuarteto : Es quizás la agrupación mas característica, consiste en añadir a la anterior un instrumento de viento, trompeta o saxofón.
  • Big Band : Las más comunes cuentan con una sección de ritmo (piano, contrabajo, batería y guitarra) y otra de viento (saxofones, trompetas y trombones).


Evolución y estilos


  • Estilo Nueva Orleans. Esta ciudad fue la cuna del jazz, aquí nació Jerry Roll Morton, que si bien no inventó el jazz, si fue uno de los primeros músicos que tuvo conciencia de esa música. En este primer jazz todavía se aprecian claramente los lazos con la música de pasacalle y con el ragtime.

  • Nueva York y Chicago en los años veinte. En los primeros años veinte el jazz encontró refugio en los locales de los traficantes de alcohol. Ya en 1923 las orquestas de King Oliver y de Jerry Roll Morton comenzaron a grabar discos que anunciaban el jazz tradicional que tendría en Louis Armstrong a su más popular representante. También era la época de Paul Witheman con su versión de Rhapsody in Blue y sobre todo la orquesta de Duke Ellington.

  • La era del swing. En la segunda mitad de los años treinta el jazz alcanzó uno de sus grandes momentos de éxito. El estilo se conoce como mainstream ( corriente principal), época intermedia entre el jazz tradicional y el jazz moderno.

  • Los años cincuenta : bebop, soul y rhythm and blues. En la relativamente breve historia del jazz , apenas un siglo, los cambios han sido varios. Lo que en principio parecían modas son en realidad estilos. El club Minton´s Playhouse sería la cuna de un nuevo estilo, el bebop. Mientras tanto el rhythm and blues, la forma más popular de la música afroamericana, había alcanzado un desarrollo imparable gracias a figuras como Ray Charles, Louis Jordan, fats Domino, o Chuck Berry .

  • The New Thing. Mientras una parte de la música afroamericana alcanzaba una dimensión como nunca se había conocido, el jazz vería el advenimiento de la New Thing o Free Jazz, (improvisación). Aún hoy el free jazz tiene más fama en Europa que en Estados Unidos. Buena parte de los músicos del free jazz, excelentes instrumentistas, fuero poco a poco abandonando este callejón sin salida que les conducía a una situación de incomprensión musical generalizada.

  • Los años setenta. Como en los años del bebop, surgirán de nuevo las polémicas y muchos consideraba a Miles Davis y a su jazz-rock fuera del jazz o todo lo mas como un género menor. Los años setenta no significaron, ni mucho menos, el final del jazz y de la música afroamericana en general, sino una nueva etapa de transición.

  • Vuelta a los orígenes. Los años ochenta significaron en cierta manera un proceso de clarificación, Miles Davis regresó a los escenarios tras una larga ausencia rodeado de músicos jóvenes. El jazz recibe apoyo institucional.


En los años noventa el jazz está más presente que nunca en la actualidad musical. El rap, la recuperación del bebop, el revival del soul, los éxitos comerciales del funk, la aparición de nuevas bandas del más puro estilo Nueva Orleans, la actualidad del blues o incluso el éxito en las discotecas del acid jazz - son síntomas de la buena salud de esta música con el nombre Jazz.


martes, 25 de abril de 2017

El Viajero

Cargando sólo una promesa
y mi bolso con más esperanzas que ropaje
parto en busca del destino,
con los bolsillos llenos de nostalgia y de coraje.

Tras el cristal de la ventanilla
está mi madre, deteniendo al tiempo,
con una lágrima solitaria,
que desciende triste por su mejilla.

Nunca decimos adiós,
porque el adiós es definitivo,
tratamos de decir hasta pronto,
y un nuevo encuentro como motivo.

Sus manos arrugadas
y endurecidas por el tiempo y las labores,
se mueven de un lado a otro,
agarrando la imagen de aquellos amores.

Durante el viaje el aroma del café barato
invade todo aquel universo y
el llanto de un chiquillo perturba mi sueño ligero,
en el cuál luchaban, de igual a igual,
mis temores y mis anhelos.

Tiempo, distancia y vida nos separan,
pero no logran hacer al olvido ganar.

Aquí, donde el viento y el sol curten mi cara;
y el frío cala mis huesos, y congela mis manos,
pero no mi esperanza;
siembro las semillas de mi porvenir.

Aquí, en tierra lejana, al fin heché raíces,
aunque mi corazón y mi esencia están en aquel lugar,
en aquel terruño, que me vio nacer, que me vio crecer;
que me vio partir.

                 Ariel Pablo Brito

jueves, 20 de abril de 2017

Benito Quinquela Martín

Con un estilo naturalista, la temática de su obra giró, sobre todo, en torno a los barcos y las labores portuarias en general. Se le consideró el pintor del riachuelo por su tratamiento de los temas portuarios.
Abandonado a poco de nacer, permaneció en un orfanato hasta que, a los seis años, el matrimonio formado por Manuel Chinchella y Justina Molina decidió adoptarlo. Empezó su formación en una escuela de enseñanza en la que únicamente permaneció dos cursos ya que, con tan sólo nueve años, tuvo que empezar a trabajar en la carbonería paterna.
Posteriormente, y hasta que cumplió los quince, fue obrero portuario de La Boca; su trabajo consistía en trepar a los barcos para llenar las bolsas vacías de carbón y cargarlas en los carros. Esta actividad la completaba con la participación activa en la política de La Boca. Pegaba carteles y repartía pasquines a favor del doctor Alfredo Palacios.
En 1907 ingresó en una modesta academia de dibujo de su barrio para estudiar pintura con Alfredo Lazzari. Desde entonces se dedicó a la pintura. Conoció a Juan de Dios Filiberto, un estudiante de música con quien mantuvo una estrecha amistad. También conoció al, por entonces, director de la Academia de Bellas Artes, Pío Collivadino, que le ayudó a iniciarse en el dibujo de retratos y a incorporar el color a sus obras.
Puente de La Boca. 1946
En 1918 decidió cambiar su nombre (Benito Juan Martín) por el de Benito Quinquela Martín, eliminando el nombre de Juan y adaptando el apellido de su padre adoptivo a la pronunciación italiana. Con su nuevo nombre, el 4 de noviembre, exhibió sus pinturas en la Primera Exposición Individual de la Galería Witcomb. La muestra fue un éxito y los críticos hablaron de la aparición de un original pintor, con técnica, estilo y mensaje propios.
A partir de este momento empezaron sus recorridos por el mundo. En 1921 realizó su primera exposición internacional en Río de Janeiro. Su primer viaje a Europa lo realizó dos años más tarde, concretamente a Madrid. En 1925 llegó a París, dos años más tarde a Nueva York y en 1929 a Italia, donde Mussolini lo nombró su pintor predilecto "porque sabe retratar el trabajo". Todos estos viajes lo separaban de sus padres; de ahí que rechazara una invitación a Japón para quedarse junto a ellos en el barrio argentino de La Boca.
Muy querido en el barrio, actuó como un protector de las artes y fundó el Café Tortoni para que los artistas pudieran difundir sus obras. En 1933 compró varios terrenos que donó al Estado para que construyera instituciones dedicadas a la expansión del arte y obras sociales. En uno de estos terrenos construyeron la Escuela Museo Pedro de Mendoza, hoy Museo de Bellas Artes de La Boca, que una vez construida fue decorada por él. Entre sus mejores obras destacan Tormenta en el Astillero (Museo de Luxemburgo), Puente de La Boca (Palacio Saint James, Londres) y Crepúsculo en el astillero (Museo de Bellas Artes de La Boca)
El Puerto y el Trabajo. Paisaje del puerto boquense, se presenta como escenario de esfuerzo y progreso. En ellas, la ardua labor cotidiana de los hombres es representada por las figuras-signos de los estibadores que reflejan el trabajo en el puerto.
El fuego. Explora las llamas constituidas en potentes centros de luz, que son a la vez origen de reuniones, trabajo o tragedias cotidianas.
Cementerios de Barcos. Explora metafóricamente la relación entre los ciclos de la vida humana y el uso útil de las naves. Denota cómo se nace, vive y trabaja para luego abandonar el plano físico de la existencia y dar lugar a nuevos procesos vitales.




















martes, 18 de abril de 2017

Fragmento de Los Siete Locos - Roberto Arlt


Refiriéndose a esos tiempos, Erdosain me decía: “Yo creía que el alma me había sido dada para gozar de las bellezas del mundo, la luz de la luna sobre la anaranjada cresta de una nube, y la gota de rocío temblando encima de una rosa. Mas, cuando fui pequeño creí siempre que la vida reservaba para mí un acontecimiento sublime y hermoso. Pero a medida que examinaba la vida de los otros hombres, descubrí que vivían aburridos, como si habitaran en un país siempre lluvioso, donde los rayos de la lluvia les dejaran en el fondo de las pupilas tabiques de agua que les deformaban la visión de las cosas. Y comprendí que las almas se movían en la tierra como los peces prisioneros en un acuario. Al otro lado de los verdinosos muros de vidrios estaba la hermosa vida cantante y altísima, donde todo sería distinto, fuerte y múltiple, y donde los seres nuevos de una creación más perfecta, con sus bellos cuerpos saltarían en una atmósfera elástica”. 


Entonces le decía: “- Es inútil, tengo que escaparme de la tierra”.

domingo, 2 de abril de 2017

Simulacro - 1982


Pigüe. Abril de 1982. 09:30 am. 

Esa picazón que desde siempre provocó en mi piel el roce de la lana no me deja concentrar en las palabras de la maestra, que dictaba a viva voz y a una velocidad que nuestras manos de niños no le podían seguir el paso, esa voz que por lo agudo no se la podía dejar de escuchar aunque nos encontráramos en el planeta B612, lugar que ciertamente es solo accesible a la imaginación de los inocentes. 

La picazón se hacía cada vez más insoportable, y cierta vez, para tratar de darle fin a esos horribles pantalones grises de lanilla del uniforme, los quemé a propósito, acercándome demasiado a la salamandra de hierro de mi casa, esa que mi padre mantenía encendida todo el invierno, con leños de pino que él mismo cortaba a golpes de hacha, para que, junto al calor propio del hogar y de los abrazos cotidianos, el frío no se sintiera tanto.

La clase fue, de repente, interrumpida por el chirrido de una sirena, sonido que ya habíamos escuchado antes, y ante el cual reaccionábamos de manera casi instintiva, agachándonos y protegiendo la cabeza con nuestros brazos, ubicándonos debajo del pupitre de madera.

Debíamos permanecer callados y quietos en esa incómoda posición; en ese silencio que como niños podíamos palpar, ese silencio que a los adultos preocupaba y espantaba; ese silencio que los hacía cambiar la expresión de sus rostros, fruncían el ceño y una angustia atroz se adueñaba de ellos; quizás pensando, al vernos, en sus propios hijos, en su familia, quizás tratando de comprender ese presente, o el gris futuro inmediato que se percibía, en aquel entonces, en nuestra nación debido al capricho o a la necesidad de unos pocos de tratar de legitimar por medio de una guerra un poder que nunca les fue propio.

En mi preocupación de niño pensaba en mis primos, Javi, Marcelo y Luciana; con quienes compartíamos los juguetes, los remiendos y la vida; me preocupaba mi hermanita Vero, quien era capaz, en un momento, de darme mil pellizcos, pero al instante, con un millón de besos y abrazos, que aun siento, junto con su sonrisa y esa mirada cómplice, podía devolverme la alegría. 

- ¿Estará ella bien? ¿Sentirá miedo estando sola, allá en su aula de jardín de infantes? 

Intenté en varias ocasiones escabullirme de esa especie de encierro, sólo para ir a abrazarla, a protegerla, pero la maestra siempre me descubría en mi intento de fuga, y si el tono ordinal de su voz no lograba que volviera a mi pupitre con paso firme se acercaba hasta mí y tomándome del brazo, haciendo caranchito. Me llevaba hasta él.

Refunfuñando en voz baja y por mi parte, tratando de nunca dejar a la maestra con la última palabra, en aquellos silencios se me dibujaba en la memoria la figura de mi madre, que entre lágrimas y sollozos, decía, una y otra vez a mi padre:

- Ojalá que no te toque ir a la guerra... 

Guerra, guerra, guerra, palabra cuyo significado no entendía, ni entiendo, aun hoy, del todo, (¿acaso alguien la puede comprender?). Siempre se me antojó sinónimo de dolor, de pérdida, de muerte, de madres llorando a sus hijos, de mujeres perdiendo a su amor, de despedidas definitivas, de adiós sin regreso.

A lo que mi padre respondía en tono adusto y casi de molestia:

- Soy un soldado de la patria y es mí deber estar allí, con mis camaradas.


De repente, al repicar de la campana de la capilla del colegio, la maestra nos ordenaba que formáramos, como de costumbre, para salir al patio y esperar, allí, en un silencio compartido con todos los niños del mundo, que finalizara ese macabro ejercicio, con el cual, aunque a modo de juego (y ahora sabemos que los juegos son una preparación para la vida adulta), se nos enseñaba a lidiar con las consecuencias de un conflicto que parecía geográficamente lejano para la mayoría, pero que, sin embargo nos tocaba más de cerca de lo que podíamos, entonces y ahora, imaginar.

Hoy, lejos en tiempo y en distancia, pero cerca de los más profundos sentimientos, nos queda recordar todo el esfuerzo, el sacrificio, el valor, la entrega, hasta de la propia vida, demostrada por todos aquellos que de una u otra manera, estuvieron en esas frías latitudes, plantando actitud y bandera, y en particular dos güemenses que estuvieron allí y a quienes van dedicadas estas palabras, Arturo Barrionuevo y Rodolfo Borquez.



“Embarcaron siendo changos; regresaron convertidos en hombres, convertidos en héroes.”



Ariel Pablo Brito