martes, 26 de julio de 2016

La conspiración de las mujeres hermosas - Alejandro Dolina


Cuando Jorge Allen, el poeta, se cruzaba con alguna mujer hermosa, caía en el mas hondo desasosiego.

Esta muchacha no será para mi – pensaba mientras la veía doblar para siempre la esquina.
Es que cada mujer que pasa frente a uno sin detenerse es una historia de amor que no se concretara nunca. Y ya se sabe que los hombres de corazón sueñan con vivir todas las vidas.

En ocasiones especiales, Allen usurpaba el tranco de las mas buenas mozas para decirles algo.
– Vea: si no me conoce, no podrá usted darse el lujo de olvidarme.
Pero casi siempre ocurría lo mismo. Las pibas de Flores no mostraban el menor interés en olvidar o recordar al poeta.
Cabe ahora mismo salir al paso de la suspicacia general, aclarando que Allen era un joven de grata y recia figura. Además era muy versado en amorosas cuestiones. En verdad, casi no se ocupaba de otra cosa.
Una tarde, envenenado por la fría mirada de una morocha en la calle Bacacay, el hombre tuvo una inspiración: sospecho que la indiferencia de las hembras mas notables no era casual. Adivino una intención común en todas ellas.
Y decidió que tenia que existir una conjura , una conspiración. El la llamo La Conspiración de las Mujeres Hermosas.
Allen nunca fue un sujeto de pensamientos ordenados. Pero su idea intereso muchisimo a las personas mas reflexivas del barrio de Flores. El primer fruto que se recuerda de estas inquietudes fue la memorable conferencia en el cine San Martín pronunciada por el polígrafo Manuel Mandeb.
Su titulo fue “De las mujeres mejor no hay que hablar” vale la pena transcribir algunos párrafos conservados en la dudosa memoria de supuestos asistentes.
“…Nadie puede negar el poder diabólico de la belleza. Se trata en realidad de una fuerza mucho mas irresistible que la del dinero o la prepotencia. Cualquiera puede despreciar a quien lo sojuzga mediante el soborno o el temor. Por el contrario uno no tiene mas remedio que amar a quien le impone humillaciones en virtud de su encanto. Y esta es una trágica paradoja. “
“…Las mujeres hermosas de este barrio conocen perfectamente la calidad de sus armas y las utilizan con el único fin de provocar el sufrimiento de los hombres sensibles. Ostentan su belleza y sin embargo no permiten que uno la disfrute.
Cuentan dinero delante de los pobres. Esta perversa conducta no puede ser inconsciente. Obedece, sin duda a un plan minuciosamente pensado. “
“…Cada vez que me acerco a una señorita para presentarle mi respeto. no recibo otra cosa que gestos de desagrado, gambetas ampulosas y aun amenazas de escándalo. Ya no se puede ceder el paso a una dama sin que se sospeche que esta por permitido perpetrarse una violación.”
Desde la cuarta fila, un grupo de colegialas le retruco al conferenciante, llamando su atención acerca del comportamiento de los conductores de camionetas. Opinaban las niñas que estos profesionales, mas que requerirlas de amores aprecian proponerse insultarlas.
Este que escribe opina que la objeción es interesante. Con toda frecuencia se ven por las calles individuos que lejos de postularse como admiradores de las señoritas que se les cruzan, proceden a agraviarlas con frases puercas.
Aquí surge un tema polémico. ¿En qué consiste el piropo? ¿Cuál es su objeto y esencia?
Algunos sostienen que se trata de un genero artístico: Un hombre ve a una mujer, se inspira y suelta párrafos. No existe la esperanza de una recompensa, basta con la satisfacción de haber cumplido con los duendes interiores.
Si este es el criterio correcto, la actitud de los conductores de camionetas es perfectamente comprensible. Tal vez quepan reparos de índole académica. Se puede opinar que es artísticamente superior un madrigal que un manotazo, pero ambas expresiones se encuadran rigurosamente en la definición que se ha sugerido anteriormente.
Otra corriente – menos desinteresada – piensa que todo piropo manifiesta la intención de comenzar un romance. Vale decir que se espera de la dama que lo recibe una respuesta alentadora.
Difícil será – por cierto – que alguien obtenga una sonrisa a cambio de una grosería. El asunto es apasionante y fue desarrollado por el propio Mandeb, mucho después, en un libro que se llamo “La objeción de las colegialas”, titulo que despertó un equivocado entusiasmo entre los conductores de camionetas.
Pero volvamos a la conferencia.
Manuel Mandeb presento durante su exposición a un italiano y a un brasileño, quienes – dificultosamente – expresaron que, en sus países, los idilios se concertaban en forma rápida entre personas desconocidas y que muchas veces bastaba con leves gestos para entenderse bien.
Curiosamente, el propio conferencista desautorizo a sus invitados.
“…Esta muy bien reclamar la tolerancia de las señoritas. Pero todo amorío debe presentar una cantidad razonable de escollos. Para serles franco, no quisiera saber nada con una mujer capaz de entreverarse en dos minutos con un tipo como yo.”
La conferencia termino en un tumulto. Varias conspiradoras asistentes empezaron a quejarse de recibir propuestas indecorosas de los caballeros vecinos. Probablemente se trataba de conductores de camionetas.
Los Refutadores de Leyendas hicieron oír su voz algunos días mas tarde. En una de sus habituales reuniones manifestaron que no creían en la posibilidad de la conspiración. El argumento de los racionalistas merece consideración: según ellos las mujeres hermosas se odian entre si y es inconcebible cualquier tipo de acuerdo. Declararon también que es falso que esta estirpe no haga caso de los hombres: todos los días uno ve hermosas muchachas acompañadas por algún señor.
Ya en el colmo de la locura, los Hombres Sensibles contestaron que allí estaba el punto: el señor que acompaña a las mujeres hermosas es siempre otro y esto provoca aun mas tristeza que cuando uno las ve solas. No seria extraño que estas damas y sus acompañanates no fueran sino incubos y súcubos que recorren el mundo para ser dique a las almas sencillas.
Ives Castagnino, el músico de Palermo, razonaba de este modo: si el propósito de las mujeres terribles es hacer sufrir a los hombres, tienen dos maneras de lograrlo:
1) No viviendo un romance con ellos.
2) Viviéndolo.
Según parece, al músico lo aterrorizaba mucho mas la segunda posibilidad.
Como puede suponerse, las mujeres hermosas consultadas negaron siempre la existencia de la conjura. De cualquier modo, hay que reconocer que la encuesta no fue demasiado amplia. En primer lugar, las señoritas entrevistadas desconfiaban de los encuestadores y pensaban – con toda razón – que trataban de seducirlas. Y por otra parte resulta una verdadera ingenuidad que, quienes son capaces de una gesta tan oscura, se presten a revelar el secreto precisamente a sus víctimas.
Como suele ocurrir en estos casos, el tema de discusión se bifurcó innumerables veces y tomo el rumbo de los tomates.
Hubo quienes pidieron que se aclararan los limites de la hermosura para saber cabalmente quienes eran las mujeres que alcanzaban esa categoría.
La cuestión es ardua, como todo juicio estético. Se pueden tener en cuenta – quizá – algunos indicios. Se dice que si una dama es muy linda, las demás la tendrán por tonta. Pero no puede tomarse este lugar común como precepto, pues es cosa evidente que existen mujeres que, siendo tontas, son al mismo tiempo feas. Inclusive hay gente que sostiene haber conocido señoritas hermosas e inteligentes, lo cual para mi gusto es demasiado.
El asunto se torna todavía mas complejo a causa de la acción de los Agrandadores de Loros, unos caballeros mas bien babosos que con halagos y falsedades consiguen que ciertos bagayos se crean la reina del corso.
Así, los hombres de corazón llegan a padecer la violencia de verse rechazados por damas que jamas pensaron seducir. La tarea de los Agrandadores ha ido muy lejos y ha llegado incluso a las tapas de las revistas y avisos de publicidad, donde se proponen a la admiración de la gente de toda clase de
pescados con disfraz de Colombina.
Pero los Hombres Sensibles siempre supieron cuando se hallaban ante la presencia de una mujer hermosa. Sentían lo que Mandeb describía como una patada en el corazón. Y no se equivocaban nunca.
A decir verdad, jamas se alcanzaron a reunir pruebas convincentes sobre la existencia de la conspiración. Pero sus efectos se siguieron padeciendo.
Pese a todo, Allen, Mandeb y todos sus amigos siguieron recorriendo las esquinas haciendo fuerza para creer que detrás de alguna puerta iba a aparecer la mujer que les salvaría la vida.
Por suerte para los muchachos, hubo siempre entre las dilas conjuradas algunas Traidoras Adorables.
Naturalmente toda traición tiene su precio y muchas veces la exigencia era el amor eterno. Los Hombres de Flores pagaban una y otra vez este arancel.
La denuncia de Jorge Allen ya ha sido olvidada en el barrio del Angel Gris.
Pero aunque nadie converse sobre el asunto, basta con asomarse a la puerta para comprobar que las cosas siguen como entonces.
Allí están las mujeres hermosas en Flores y en toda la ciudad, gritando con sus miradas de hielo que no están en nuestro futuro ni en nuestro pasado.
Allí esta la abominable secta de las Chicas con Novio, poniéndonos ante la espantosa verdad de que siempre hay un hombre mejor que uno.
El camino para derrotar a esta muralla es largo y penoso, pero seguirlo es deber de los criollos arremetedores.
No hay mas remedio que quererlas a pesar de todo. Y mas todavía, tratar de que a uno lo quieran. Esta segunda labor es especialmente complicada y puede llevar la vida eterna. Consiste – por ejemplo – en ser bueno, aprender a tocar el piano, convertirse en héroe o en santo, estudiar las ciencias, comprarse una tricota nueva, lavarse los dientes, ser considerado y tierno y renunciar a los
empleos nacionales.
Una vez hecho todo esto, ya puede el hombre enamorado, pararse en la calle y esperar el paso de la primera mujer hermosa para decirle bien fuerte:
– He sufrido mucho nada mas que para saber su nombre.
Seguramente, la tipa fingirá no haber oído, mirara al horizonte y seguirá su camino.
Pero será injusto.

La decadencia de la bolita - Alejandro Dolina

La decadencia de la bolita

Resulta difícil hablar sobre la desaparición del juego de la bolita sin entrar en espinosas controversias. Desde luego se trata de un asunto complejo y puede ser examinado según criterios muy diferentes.


Las personas sencillas afirman simplemente que se trata de una decisión de los chicos, arbitraria, inexplicable y por lo tanto indigna de ser discutida.


Los psicólogos, antropólogos, electrotécnicos y aun los contadores suelen llamar la atención sobre la influencia de otros entretenimientos de emoción mas sostenida, como la televisión, el billar japonés, el cerebro mágico o las palabras cruzadas.


Los Refutadores de Leyendas niegan que haya existido jamás un juego semejante y se oponen con argumentos inexpungables al mito de la vieja niñez romántica.


Por el contrario, los Hombres Sensibles aseguran que la desaparición del juego de las bolitas es el resultado de una conjura universal.


Este punto de vista es muy interesante y vale la pena elucidarlo.


En su monografía Faltan Bolitas, el pensador de Flores, Manuel Mandeb, plantea un interrogante que nos deja perplejos. Veamos.


“… Este juego parece haber empezado a languidecer en 1960. Pero puede afirmarse que en ese momento ya hacia por lo menos cincuenta años que se jugaba. Entonces había veinte millones de habitantes en el país, y no era demasiado audaz afirmar que, en el medio siglo de su auge, el juego de la  bolita había sido practicado por diez millones de individuos en uno y otro momento de sus vidas. Ahora bien: cuantas bolitas poseía cada niño aficionado, como promedio? Digamos cincuenta. Multipliquemos: cincuenta por diez millones. Son quinientos millones de bolitas. Bien, volvamos al presente: alguno de ustedes ha visto una bolita en el último año? Seguramente no. Yo pregunto: donde están los quinientos millones de bolitas? Quien las tiene?

“Y no me digan que el tiempo las destruyo porque el viento y la lluvia no son suficientes para destrozar una bolita…

“…Las canchas han sido arrasadas y hasta pavimentadas, los hoyos fueron rellenados, los jugadores se han visto tentados por otras disciplinas.  Alguien esta borrando todo vestigio del paso de las bolitas por esta tierra…”Inspirado quizás en el trabajo de Mandeb, este texto pretende asentar las reglas, la técnica y la estrategia de las bolitas. La tarea no es tan fácil como parece. A favor de la campaña desarrollada por los Refutadores de Leyendas y Los Amigos del Olvido, casi nadie recuerda los reglamentos.

Por lo demás, todos sabemos que en cada cuadra había matices en la interpretación de cada norma lúdica.

No obstante, luego de la publicación de esta nota, es probable que algún pequeño número de Pibes Sensibles se ponga a jugar, aunque más no sea a modo de desplante ante el Universo.


I- LAS BOLITAS
Se trata de pequeñas esferas, casi siempre de vidrio. Su diámetro es variable: las mas chicas se llaman “piojos” o “pininas”, las medianas son las mas frecuentes y están también las grandes o “bolones”, que suelen utilizarse en el juego del Triangulo.

Años atrás podían reconocerse diferentes pelajes de bolitas.

Las mas hermosas eran las “lecheras”. En ellas predominaba el blanco, siempre mezclado con algún otro color. Eran semiopacas, no se podía ver a través de ellas y la variedad de diseños y combinaciones era enorme. Estaban también las semitransparentes, de colores fríos, casi siempre verdes o azules. Eran como cachos de sifón. En el interior a veces se adivinaba un filamento gelatinoso y más bien repugnante. Salvo excepciones, eran unas bolitas de porquería. Sin embargo, la última generación de niños jugadores solo conoció esas bolitas.

Las lecheras desaparecieron misteriosamente. Miles de personas jamás han visto una. Las mas recientes son las llamadas “bolitas japonesas” mas livianas que las convencionales, y totalmente inútiles para jugar.

Su aspecto es el de una esfera transparente con un papelito de color en su interior. Todo niño poseía una bolita preferida, que era la que utilizaba para jugar. Se la llamaba “puntera”. El resto de las bolitas servia para pagar las deudas provenientes del juego. Si acaso una racha adversa obligaba al niño a entregar la puntera, se le otorgaba a esta noble bolita el valor de cuatro o cinco.

También pueden citarse, como curiosidad, las bolitas de barro, los aceritos y hasta las de plástico (indefectiblemente ovaladas).

La identidad de los fabricantes de bolitas es un enigma. Nunca hubo marcas, ni envases ni publicidad. Algo muy raro debe haber en todo esto.

II EL JUEGO DEL HOYO Y LA QUEMA
Pueden participar dos o mas jugadores, El juego tiene lugar en una cancha de unos 5 metros de largo por 2 de ancho. La superficie de este  terreno debe ser de tierra, pareja y árida, tal como la de las canchas de bochas aunque no tan blanda.

Es de buen gusto que un pequeño árbol se situé en uno de los costados. En realidad, los mejores lugares para instalar canchas de bolitas son los rectángulos de tierra que existen en las veredas del Gran Buenos Aires. En la Capital, como se sabe, las veredas llegan hasta el cordón y los espacios sin baldosas que rodean a los árboles son insuficientes. Por eso los chicos de la Provincia han sido siempre más diestros en este juego. Hay cuatro líneas que limitan la cancha y una que la divide en dos, llamada “mita”. En el centro exacto de una de esas dos mitades, se encuentra el hoyo. Y aquí nos topamos con otro punto de discusión. Algunos prefieren excavar el hoyo con una chapita de naranjin. Otros entierran una bolita y, después de extraerla ensanchan el crater resultante. Los más desaprensivos clavan el taco en la tierra, y lo hacen girar, obteniendo de este modo enormes cacerolas que desvirtúan el carácter del juego.

Los jugadores se sitúan detrás de la línea de salida, que es la línea más corta más lejana del hoyo. Uno a uno van lanzando sus bolitas, tratando de colocarlas en el lugar más cercano al citado agujero. Esto es de capital importancia, pues después del tiro de salida, el primero en jugar será quien se encuentre más próximo al hoyo. De este modo, si uno observa que el jugador anterior ha conseguido arrimar demasiado bien, mejor será que no trate de superar esa marca y busque los lugares más seguros de la cancha.

El objeto del juego, aclaremos, es embocar en el hoyo y hacer impacto  en las bolitas de los contrarios (“quema”). Los jugadores “quemados” van egresando del juego y pagando a quien los quemo. Cuando queda solamente uno, termina la ronda y comienza otra.

Cada participante va evolucionando con su bolita conforme a una cierta estrategia. Algunos persiguen a su presa y se van acercando cada vez mas, aun a riesgo de quedar ofreciendo un blanco fácil. Otros buscan siempre los lugares lejanos y hacen tiros largos (es decir “rugen”). Si una bolita sale fuera de la cancha debe permanecer en el lugar donde ha quedado para que los otros jugadores le tiren, si así lo desean. Al corresponderle nuevamente el turno, el jugador podrá efectuar su tiro desde cualquier punto de la línea atravesada por su bolita al salir.

III LA BOLITA Y EL CANTO
Para obtener prioridades y anunciar decisiones o reclamar la vigencia de ciertas reglas es necesario -en la bolita- pronunciar a voz en cuello algunos conjuros predeterminados.

Veamos una pequeña colección de ellos. “Bolita cola”: es en realidad la invitación o desafió a jugar y también la reserva del privilegio de tirar ultimo. También puede decirse “Bolita cola, no puntie”, esclarecedora frase que indica que uno no tiene intenciones de someterse a ningún “punteo” o arrimada previa, para establecer el orden de salida.

“Mita al medio, buena al tiro”: canto que solo puede realizar el que tira ultimo en la salida. Si el tipo considera que alguno de sus rivales esta demasiado cerca del hoyo, le suelta el canto y le da el hoyo por embocado. Pero -eso si- lo obliga a poner su bolita en la mita, expuesta a su disparo inicial.

“Buen repe”: ante la proximidad de la pared, se grita este conjuro para indicar que si el impacto se produce de rebote, también será valido. El canto contrario es “mal repe”. “Pica paso”: declaración de voluntad que asegura la posibilidad de colocar nuestra bolita a un paso de distancia, si un pique traicionero la pone a merced del rival. Algunos niños tahúres suelen retrucar “de hormiguita”, para reclamar que el paso sea pequeño. “Voladora”, agrega, entonces el primer niño. Y se manda un paso de cuatro metros. También puede aullarse “pica no paso”.

“Cuantas quiera”: Como el jugador que emboca en el hoyo o realiza una quema vuelve a tirar, muchos niños proceden a sacudir tres o cuatro quemas seguidas a la misma bolita, con el fin de irse acercando a otros objetivos. Para poder hacerlo debe pronunciar las palabras que encabezan este fragmento.

“Corta, retira no garpa”: salvedad con que el pequeño que va ganando anuncia su derecho a abandonar el juego en cualquier momento, sin que este raje le resulte oneroso.

“Bien sonati”: exigencia mas bien ranfañosa, según la cual se pretende que los impactos hechos en nuestra bolita hagan ruido o no se paguen.

“Mueve pajita, garpa bolita”: pareado pentasílabo que es de lo ultimo y se profiere cuando la bolita contraria esta en medio del pastito.

Existen infinidad de formulas “buena línea recorrida”, “hoyo antes de quema”, “buena mengua”, etc. Cuando se quieren evitar los recose que provocan estos cantos, se juega “a todas buenas”, es decir, sin cantar.

IV COMO EMPUÑAR LA BOLITA
Para efectuar el disparo, debe colocarse la mano izquierda alzándose sobre sus dedos en el punto exacto donde estaba la bolita. La mano derecha descansara sobre la izquierda y empuñara la bolita. Los zurdos harán exactamente lo contrario.

Hay dos formas clásicas de tomar la bolita: la antigua, despreciada muchas veces, y la moderna. En la primera la bolita se aloja detrás del índice. En la segunda, detrás del mayor, sirviendo el índice como guía o mira.

Hay algo más. Algunos pibes muleros suelen extender la mano hacia adelante acercándose a la bolita del adversario. Esta demasía se conoce con el nombre de “ganfia o gañote” y es el origen de innumerables reyertas.

En este punto conviene aclarar la existencia de otros juegos de bolita:”el triangulo, el gayito, la troya, la cuarta”. Pasaremos por alto la complicada explicación de sus reglas.

El pasto ya ha crecido sobre las canchas. Los chicos ya no tienen las rodillas sucias. Los pantalones de medidas infantiles no tienen bolsillos.

El pavimento y las baldosas lo cubren casi todo. Mandeb quizás tenía razón.

Existe una conjura universal para impedir el juego de la bolita.

Alguien tiene que ocuparse de indagar las razones de este complot y -si es posible- desbaratarlo.
Y hay que encontrar los quinientos millones de bolitas perdidas.

Hace pocos días, el autor de esta note trato de dar con el frasco donde guardaba unas pocas docenas. No estaba. Tampoco estaba la caja de las chapitas, el álbum de figuritas ni el trompo ni los autitos con masilla. Algo malo debe estar ocurriendo.

Alejandro Dolina
Publicado originalmente en Cronicas del Angel Gris. Ed. de la Urraca. 1988.

Naufragio - Manuel J. Castilla

NAUFRAGIO



Esta es la historia más simple, 
Más simple que puede haber, 
Porque es la historia de un barco,
un barquito de papel.


Como a mí me la contaron,
yo también la contaré.

Nació una tarde de lluvia
Porque debía nacer.

Era una hoja de cuaderno
que estaba en medio de cien,
hasta que la tarde aquella 
se hizo barco de papel, 
que más que barquito fuera
una cáscara de nuez
donde se iban para siempre
los sueños de la niñez…


Diz que el niño fue a una esquina
Donde al agua en desnivel,
echó al barquito, seguro
que no había de perecer.



Manuel J. Castilla

viernes, 22 de julio de 2016

Una aventura de las que ya no existen...



Era el año 2011, estaba pasando por transiciones, dejaba el trabajo que por unos años había tenido. Pensaba en un viaje, tal vez con mochila quién sabe por dónde arrancaría. En eso alguien apareció con una revista local donde en un artículo hablaba de una kombi VW  que andaba rodando por Latinoamérica. El encantamiento fue espontáneo, el embrujo kombinauta, como llamamos acá en Argentina a los amantes de estas hermosuras, se había apoderado de mi psiquis.

“La Ruta 40 me fue envolviendo”

A los minutos estaba averiguando de kombis, de grupos de kombis, artículos y blogs de viajeros. Me pase noches enteras leyendo, al mismo tiempo que ya mi cabeza comenzaba con el proceso de alucinación, imaginándome ya en las carreteras. Pasaron dos semanas,  ya  estaba viajando con mis ahorros desde General Güemes (Salta), hasta Buenos Aires  a buscar alguna kombi que esté con ganas de volver  al norte conmigo. Al final no fue Buenos Aires, sino San Luis donde apareció La Infernal, mi vieja y querida T2 del 86.




Ya en mis tierras comencé a organizar mi viaje. Si bien la mayoría de los viajeros arranca por caminos arribeños para adentrarse en la américa profunda, en mi mente estaba plasmada desde hace mucho tiempo la Ruta 40. Esos míticos 5300 kilómetros  desde la Quiaca límite con Bolivia Hasta Cabo Vírgenes en la parte más austral del continente, la ruta aventurera por excelencia.  Soy músico, y como tal el viaje  lo iba pensando a la vez como la posibilidad de mostrar algunas cuestiones culturales escondidas en esos pueblitos lejanos, que no llegan a ser parte del establishment que domina los medios de comunicación. Así se me ocurrió América Sonora, un sitio dónde poder plasmar esos cerebros vibrante que mucho tienen para decir.
Durante poco más de un año preparé mis cosas, hice unos arreglos en La Infernal,  cargué para vender unas mantas y bolsos de Bolivia así financiar una parte del viaje. Unos días antes de salir, un artista francés radicado en Salta, Julien Guinet le puso a la kombi  los colores que le dieron el semblante necesario para que por cada pueblo por el que pasaría, al menos los niños me recibían con una sonrisa. Fines del 2012 se encontraba un amigo viajero por Güemes, Germán Cartagena, con él partimos a bordo de la Infernal para instalarnos en los Valles Calchaquíes, Región que abarca la parte oeste de varias provincias del norte argentino, como Salta, Tucumán, Catamarca.

Ruta 40 diversa

Pasamos por varios pueblos: Cafayate, Tolombón, Ruinas de Quilmes, Amaicha, Santa María, Belén, Hualfín, Londres, El Shincal. Ya por esos lados el imponente paisaje de los cerros, muestra el carácter  que interviene de manera directa en los habitantes de esos pueblos, mostrándonos sus artistas lo inspirador que resulta el contexto geográfico que diariamente los deslumbra, más la cultura Diaguita, que eran los pueblos originarios que habitaban la región hasta la llegada de los colonizadores.



Aunque  la globalización empuja sin pedir permiso, condenando al ostracismo y enterrando gran parte de esas culturas, todavía hay quienes con orgullo le dan continuidad,  pasando de generación en generación, los cantos, comidas, tejidos, idiosincrasia y cosmovisión de sus ancestros. Ya el espíritu de la 40 nos metía de lleno en las historias de los pueblos por cuales atraviesa.
Seguimos por la Región de Cuyo, el viento Zonda nos llevaba por las  provincias de La Rioja, San Juan y Mendoza,  pasando por los pueblos de Famatina lugar paradigmático de la resistencia minera, Chilecito, La Unión, La cuesta de Miranda un lugar alucinante rodeado de cerros, en ese entonces era camino de tierra la ruta. Luego pasamos por las primeras ciudades grandes del viaje, San Juan y Mendoza. Fue ahí en Mendoza donde después de estar un par de semanas y hacerle unos toques a La Infernal en lo de Beto El Pirata, dividimos camino con Germán.



Yo desvié un poco la ruta para cruzar la cordillera de Los Andes y llegar hasta Valparaíso, el viejo puerto chileno que siempre había querido conocer. Luego retome la 40 en la provincia de Neuquén, paso  fronterizo Pino hachado, comienza la gran Patagonia.
Venía con unos italianos locos que había conocido en Valparaíso, era verano pero estaba frío, comenzamos a ver arroyos, lagos, pinos, araucarias, volcanes, la belleza patagónica en las narices, haciendo estragos en nuestra capacidad de admiración. Aluminé, Junín de los AndesSan Martín de Los Andes, Villa La Angostura, La Ruta de los 7 lagos, hasta llegar a Bariloche ya en la provincia de Río Negro. Ahí me separaba de mis compañeros  italianos.
Me encontraba con viejos amigos, grababa algunos artistas más y continuaba, ya a esas alturas con un estado importante de encantamiento que la 40 parece inyectar a cada kilómetro que uno recorre sobre su cemento o su ripio. El Bolsón  y  Lago Puelo  en provincia de Chubut, El HoyoCholila, Parque Nacional los Alerces, el agua azul que refleja a los milenarios árboles, luego de eso Trevelin y Esquel.
Y por estas latitudes aparecía el más hostil de los amigos, el frío. Al pasar Esquel el panorama en la ruta cambió radicalmente.



La 40 en invierno se transforma  en la mismísima soledad. Para llegar a otros puntos turísticos lo hacen por carreteras alternativas, el cemento se congela, se vuelve muy peligroso. Yo he decidido continuar por la 40, el frío comenzaba a mostrarme su lado más salvaje, y es que se acercaba el invierno,  y es que es la Patagonia, y es que quizás he subestimado al frío y al viento patagónico. Tecka, Gobernador Costa, Facundo, donde en medio de un terrible viento de noche, me quedaba poco combustible, entre al pueblo, parecían estar todos durmiendo, solo un auto de semblante fantasma me siguió hasta cerca de Río Mayo.
Por esa parte hay un tramo importante de ripio, lo que le da más mística aun  la ruta. Ya en provincia de Santa Cruz se comenzaban a ver lagos inmensos, como el Lago Buenos Aires. Pase por los pueblos de Perito Moreno, Bajo Caracoles un pequeño paraje donde hice una noche y realmente pensé que me moriría congelado, el frío parecía ser espinas  que llegaban hasta los huesos.
Tomé unos buenos tragos de ginebra, me tape bien, no tenía ropa térmica, ni bolsa de dormir, solo unas colchas dentro de mi kombi, lejos de estar preparado para esas circunstancias. Las cuevas de las manos, lugar arqueológico con pinturas rupestres, ubicado en el profundo cañadón del Río Pinturas. Lugar increíble, en medio de las estepas, donde los guanacos corren a grandes velocidades en lo profundo de los campos,  el sol dibuja a lo lejos los nevados cerros como ancianos que son,  mirándolo  a uno recorrer ingenuamente esos caminos para esas fechas.



La 40 seguía solitaria, solamente el motor de La Infernal sonaba y se perdía en la pampa patagónica, me acompañaban los guanacos y zorros. El frío cada vez más denso  pegaba muy  fuerte, al estar el motor atrás de la kombi, por ratos se me congelaban los pies. Algunas cuestiones existenciales comienzan a brotar, como para bajar un poco a tierra, descubrirse lejos de las cosas a las cuales estamos acostumbrados, el baño, la ducha caliente de casa, una cocina, la familia, los amigos, los perros, mi nena, todo lejos y sin poder pedir ni ayuda en el caso de que algo me sucediera.
Seguía pasando por pueblitos, Gobernador Gregores, Tres Lagos, La Leona, El Chaltén donde se encuentra el gran Monte Fitz Roy, es un espectáculo natural único a lo largo de la 40, dependiendo de la posición del sol, los colores van cambiando al pueblito del Chaltén, capital nacional de los senderos.



El monte Fitz Roy es el lugar elegido por los más audaces montañistas del mundo, unos cuantos quedaron para siempre por esas tierras también.
Una noche más de tantas que el  frío me castigaba fuerte, al otro día desperté pensando: tal vez ya estoy en otro plano de la existencia, no siento frío. Pasó que una tremenda nevada tapó toda la kombi, efecto iglú. Camino a Calafate me encontré con los Cóndores, esas grandes aves, los guardianes de los cielos cordilleranos a lo largo de la 40. Fui por el Glaciar Perito Moreno,  de reconocida belleza.
Las nevadas seguían cayendo, sentía que podía estirar cada vez más la resistencia al frío,  los caminos se ponían cada vez más difíciles y peligrosos, tuve que comprar cadenas para las ruedas, de esa manera transitar por la nieve y el hielo en la ruta.



Solo me falto un tramo ya en los últimos kilómetros del país. Bien al fondo, en la parte austral del mapa, dónde está Río Turbio, y es que la nieve había cortado los pasos.

Así me metí en un ferry a cruzar el Estrecho de Magallanes hacia las Tierras del Fuego, donde ushuaia ya se veía mas cerca.

Esta fue mi experiencia por la gran Ruta 40, arriba de La Infernal, bordeando la Cordillera de los Andes, esos gigantes dormidos por donde el Sol se despide de nosotros todos los días.

Fuentes:
www.furgosfera.com - Toty Sianca y Victoria La Inferal por la Ruta 40
www.americasonora.com - Blog del viaje

martes, 19 de julio de 2016

Moldes El Incorruptible - Opinión

“Moldes El Incorruptible”




   La historia, como toda ciencia social, tiene un carácter de inacabada, de nunca finalizada, y esto, lejos de limitarla, logra enriquecer todo su ámbito. 
   
   Muchas veces creemos percibir que ya está todo escrito, que  ya está todo dicho, sin embargo, cada tanto aparecen obras que vienen a dar una bocanada de aire fresco a toda la formalidad imperante, al status quo que tanto se esfuerza por permanecer en la historiografía Argentina; y el libro de Eduardo Medina, Moldes El Incorruptible, es precisamente una de estas; sumado al rigor histórico que brinda todo el trabajo investigativo y la documentación que respalda lo allí escrito, la obra posee la calidad literaria que lo caracteriza.

   Por otro lado, Moldes El Incorruptible, rescata a uno de los héroes de nuestra historia, casi caído en el anonimato, mostrando su vida, sus valores, tan necesarios en esta, nuestra actualidad, nuestra realidad; donde aún debatimos sobre qué es ser argentino, sobre cuál es nuestra identidad, sobre cuál es nuestro proyecto de país. Moldes, muchas veces tildado de terco, de malhumorado, de “chinchudo”, fue un hombre de grandes convicciones, debido a su educación, a su contacto y militancia, desde joven, con los noveles movimientos independentistas, con las distintas logias, conformadas tanto por americanos como por europeos, imbuidas todas ellas por los ideales de la Ilustración, pero sobre todo por los ideales de la Revolución Francesa y lo ecuménico que ésta resultó.

   Estamos, entonces, ante una obra sumamente recomendable, que aporta un punto de vista distinto sobre nuestra historia tanto nacional como regional, lo cual nos permite ampliar nuestro espectro historiográfico y nos muestra, con el rigor de los documentos, a un José de Moldes real, vivo, pero, sobre todo, humano.

Ariel Pablo Brito

martes, 12 de julio de 2016

Poema XX

20



Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada, 
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".


El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.


En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.


Ella me quiso, a veces yo también la quería. 
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.


Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella. 
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.


Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. 
La noche está estrellada y ella no está conmigo.


Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. 
Mi alma no se contenta con haberla perdido.


Como para acercarla mi mirada la busca. 
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.


La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.


Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. 
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.


De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.


Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.


Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.


Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Poema XV


15




Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.


Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, 
y te pareces a la palabra melancolía.


Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.


Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.


Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Soneto 22

Soneto 22





Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo, 
sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura, 
en regiones contrarias, en un mediodía quemante: 
eras sólo el aroma de los cereales que amo. 

Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa 
en Angola, a la luz de la luna de Junio, 
o eras tú la cintura de aquella guitarra 
que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido. 

Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria. 
En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato. 
Pero yo ya sabía cómo era. De pronto 

mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida: 
frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas. 
Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.