domingo, 4 de septiembre de 2016

Payaso Lenroske - Alegría, sonrisas y libertad.


Buenas tardes, mi nombre es Santiago Brito, Cucho, tengo 35 años 4 hijos 5 perros y una gata, nací en un pueblito de Buenos Aires (Pigüé) y me crié en Salta La Linda hasta los 20. Actualmente vivo en la Reserva Hídrica Natural Municipal Los Manantiales, Río Ceballos, Córdoba, provincia a la que llegué (y ya nunca me fui) hace 15 abriles.



Llegué para bailar en el pogo más grande del mundo, más exactamente en agosto de 2001, último recital de Los Redondos, gracias a mi hermano, que me abrió junto a mi primo Pablo Adamo la puerta de la pensión de la Silvia, en la calle Vélez Sarsfield, en el barrio Güemes, de Córdoba Capital, ahí convivíamos los cuatro changos en la habitación, donde amablemente me recibieron y donde aprendí el valor que tiene una encomienda enviada desde el pago y más aún si en ella hay comidita casera…y que por las noches alguna milanga, en la heladera compartida, suele encontrar nuevo y noctámbulo expropiador de morfi.


Luego de terminado el recital decidí quedarme y para justificar la estadía vendía alarmas en los barrios más populares de Cba y me inscribí en la querida Universidad Nacional de Córdoba. en la carrera de Comunicación Social, carrera que nunca termine (al igual que teatro y geografía), siempre en la docta, más precisamente en el bosquecito fui convidado a realizar un viaje a la provincia de Catamarca, tanto me gusto el viaje que no volví por 4 meses, ahí conviví con los “hippies” viajeros y unos cuantos soñadores más, que me recibieron en la montaña llena de cardones santos y fogones estrellados, ahí aprendí a hacer, para sustentar el viaje, artesanías y malabares, herramientas con las que se me hizo urgente conocer los países hermanos, previo recorrido por algunas provincias de mi Argentina; entre estas dos herramientas me decidí por el mundo del circo, más precisamente el rol del payaso, he tomado varios talleres con distintas modalidades, desde clown hasta armado de rutinas y beatbox.

Una de las formas que me cautivo del payaso es la posibilidad de decir casi sin filtros lo que uno ve del momento socio cultural en el que se encuentra y habiendo hecho una recorrida interna previa. También otra de las formas de ser payaso requiere la capacidad de poder reírse de uno mismo, de llevar a niveles altos las características más resaltantes de nuestra persona.


Mi payaso, Lenroske, nace primero más como escritor urbano que como payaso, así firmaba mis escritos. El primer alter ego fue “Batato” con el que junto a otros dos colegas dimos vida a “Cortocirquito” con el que trabajamos por 3 años en San Francisco, Córdoba, luego me separo y ahí nace, en plena crisis el querido Lenroske, el nombre es por mi capacidad de enroscarme en pensamientos muy largos, a que siempre busco la otra parte, la que no se ve a simple vista.


He podido actuar y presentar mis rutinas de “malabares, humor, amor, equilibrios y desequilibrios” en distintos escenarios desde placita del barrio a una pista de circo en el anfiteatro en plena temporada de verano (y el cagaso es el mismo…).

Trabajo mucho en la calle, donde además de payaso, hay que ser RRHH., seguridad, sonidista, y gerente, ahí se debe estar más atento a lo que el lugar brinda como recursos, actualmente me encuentro preparando un nuevo show para el verano, ya que mi realidad es distinta a la de la época en que nació el querido Lenroske.


Espero poder pronto mostrar el show en la plaza Dávalos, de General Güemes, que tantos recuerdos hermosos tengo, en la plaza de centro o en cualquier lugar en que haya familias.



Trabajo generalmente “a la gorra” como se viene haciendo desde hace miles de años, (saltimbanquis, titiriteros y gitanos), prefiero esta modalidad puesto que ahí todos tienen la posibilidad de dar un valor y no un precio al show que acaban de ver, algunos lo hacen, otros salen corriendo y los niños, generalmente, ríen, y esa recompensa es la que motiva a un payaso a seguir, una vez más.


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