SOMOS AMOR Y SEXO
Lissidini
Sánchez, José
Minas. Lavalleja. República
Oriental del Uruguay
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Amado Alejandro.-
Mi arcángel de
amor. Otro día más sin verte y, mi pensamiento flotando en tu llama, pisándole
las huellas a tu alma, mientras me creo sumergida en un río
de locura, sintiendo aún el halo de calor que guardo de tus brazos, desde
nuestro último encuentro Este amor, es estrella ciega, es sabor amargo, pero
con él, mi mundo yace completo, sin él,
me siento página en blanco. A veces, hay rumores de insuficiente amor, que se
ríen de la impaciencia y se burlan de
los miedos. Te amo tanto que, no existe
el día en que no arda por colocar, mi aroma junto al tuyo. Pero, quizá
pecando de torpe, no logro que corras
a mi lecho o es que, no quiero que este amor se degrade,
porque solo el amor desinteresado, busca y protege y, solo el amor genuino, que
parte de nuestro corazón, cobija y, jamás abandona. En la soledad de las horas,
en que no me encuentro ante ti, mi océano enorme y azul, sin tu sonrisa en
flor, en que no me recuesto sobre el sol que es tu ombligo, batallando frenéticamente, para que no se haga pedazos
mi sueño y, se vuelva sangre mi voz, me lleno cuanto puedo, la boca con tu
nombre, mi cántaro de miel, mi dulce amor, y entonces puedo estar agradecida,
al instante del pétalo que me llevó a pensar en ti. Sé que corro el riesgo de
enloquecer, si de continuo, navego en la obsesión de tu ser, pero es que sin
ti, para mí no existe gracia en nada, así se vuelve todo insoportable para mí.
No consigo comer casi, hoy no he almorzado, quizá sea algo de neurosis. Es que,
tú me has acostumbrado a ti, a tu sonrisa, tus carcajadas libres, tu canto y,
te espero como los cangrejos esperan las mareas, todos los días amor mío.
Te cuento que
estoy leyendo un libro, de Carlos Drummond, ya termine el de Mario Quintana que
te dije. Si, te sorprende que me gusten los autores brasileños, pero es así.
Tampoco me lo explico. Que loco, ¿no? Hace un calor insoportable, salí un rato
a la ciudad, compre una flores, arregle mis uñas, y espero el temporal, aunque
es peligroso, la zona toda está con tormentas feas. Tal vez duerma, ya que no
podré caminar por la playa que me encanta. Detesto estos días. Estoy triste,
así de simple. No quiero ni pensar, que todo acaba, porque todo es efímero en
el mundo. Ni que lo que nos ofrecemos, no baste, que no sea fecundo. Si bien es
cierto, que jugar con fuego puede quemar, el disfrute de vivir, lo mejor de
cada instante, es de extremo a extremo, el amor. El amor, es derecho a vivir,
razón de soñar, no se puede prohibir ni eludir. A veces, parece tan simple. En
el amor, nada puede ser inconcebible, todo puede ser verdad, hasta una mentira.
Por ello te espero, para lanzarme al vértigo espeso de tu cuerpo, con este
amor, que nos rescata de las tinieblas, despertar del dolor, lucero en la noche
de nuestra soledad, que nos muestra el camino. Amarte, es acariciar el cielo y,
estar junto a ti, una pasión desbordante. Cuando mis manos te tocan, despierta
el regocijo y encuentro en tus besos húmedos, el sumo deleite, que se vuelve
maravillosa lluvia, cuando te pierdes en mis profundidades y secretos, avasallante,
trémulo de deseos. El hecho de que no estés, me prohíbe la sonrisa, aunque no
por ello, me negaré a depositar ilusiones en mis sueños. Me convocan tus
caricias, artesanas capaces de vencer, cualquiera de mis tempestades Y si
amarte es castigo o maleficio, el mío, es un jardín en el que no sembraran
penas, pues busco, con este amor avanzar hacia un nuevo día, en donde la
soledad sea desterrada.
No existe el
descanso ni la tregua, para el corazón que ama con pasión y sin medida. El
corazón es terco. Persistente, se hunde en las quimeras, en la loca travesura de combatir vientos y
hasta ciclones, en el camino hacia tu
cuerpo amado y elegido, para imprimir en él, su rastro eterno, mientras
navegas por mis surcos estrechos,
sinuosos y plagados de goces y ternuras, donde se extravía la caricia
voluptuosa y, llena de flores la sangre.
Mi amor. Mi
alegría. Tú eres mi tierra y mi mar, de mi azul cielo, lleno de luz y color, el
día y la noche. Sin dolores ni quejidos, espera en la llanura que es mi cama,
entre las sedas, la dulzura desnuda, rica de magia y fuerza, que la cubra la
cálida brisa de tu paraíso.
Suave viento mío, sé que
sin que deba llorar a la luna, amarrada a la piel de la ilusión, te sabré
nuevamente, cruzando manantiales y
océano, por el camino delicioso del encuentro, donde se volverán a juntar, tu
grito y mi grito.
Me digo, que
las distancias ya no existen, debido a las redes sociales y los medios de
comunicación. Pero muchas veces parece que, los mensajes, las fotos, los
videos, las lindas imágenes no provocan la impresión que se esperaba y
entonces, nos sentimos cual barco a la deriva. La distancia es un riesgo, pero
claro, la vida está hecha de riesgos. Lo importante, es abrir ventanas en
nuestra intemperie, y con hambrienta devoción, elevar nuestra mirada sin
horizontes, creando un arco iris, desde tu alma a la mía, desbaratando barreras
e imposibles, para conquistarnos más allá de la simple conquista y amarnos con
total contundencia. No dudo que
volverás, embellecido y triunfante de amor, para abrazarme y contarme cómo te fue, qué sentiste lejos de
mí, para repetir una y otra vez, que me anhelabas y repetirlo hasta el
infinito, en dosis pequeñas
y con apasionamiento, mientras, yo guardo silencio entre tus brazos. Si, se
incendia mi espíritu de sueños, y hace la realidad más dulce y más llevadero el
camino de las posibles decepciones.
Me prometiste el mes de tus vacaciones, y fue así. Conocí tu carcajada,
tu risa buena y tu corazón de torcaz. Supe que era imposible enjaularte y, abrí
mis manos y te deje volar, a pesar de mi inconfesable temblor. Ahora amor mío, eres dolor que se aproxima y se
aleja, esa melancolía, porque llamaste a
mi corazón, para quedarte infinitamente tatuado, yo deje de ser yo, para
hacerme tú, te hice mi Rey cotidiano. Pero bendigo el sueño que juntos nos
recibía, y el despertar gozoso, porque yo fui todas las mujeres de tus deseos y
eternice cada instante juntos, convirtiéndolo en sagrado. El amor, no tiene
certezas. Pero tengo la medida de tus manos, que trazaron soles, como un
escolar en la página inquieta de mi cuerpo, vivas en mi pensamiento, en la
memoria de mis actos, y te llevo a donde vaya. Por eso creo que este amor, esta
ebrio de eternidad y metáforas, desbordándome la piel. Volviste a prometerme, en este caso, el retorno y,
porque te creo, desde que partió el avión, te espero.
Te espero y, nadie sabe cómo vuelan mis ansias de envolverte, en una
borrasca de ternura, en un afán de posesa por el solo hecho de amarte. Te
esperan mis ojos de cielo, para condenarme al milagro de sus caricias. Entiende
que solo cuando te vuelva a beber,
recuperare el placer de la dicha.
Porque el amor tiene un contenido sagrado, que maravilla la tierra, a pesar del océano entre nosotros, te
esperare. Será sin tiempo, sin plazos, porque los plazos suelen ser
traicioneros. Por eso, incluso, me he negado a ponerle fecha a esta carta. Te
esperaré, pero no para morir contigo, sino, para vivir contigo. Cambiando la
angustia por esperanza, te esperaré, para que el dulce sabor del amor, no se
pierda.
Cariño. Vuelan mil besos
cruzando el Atlántico, desde la
calidez de La Paloma, Rocha, Uruguay, para encallar en tu gélida, Barcelona y entibiarte el alma.
Por siempre, tuya
Inés.