jueves, 16 de febrero de 2017

Somos amor y sexo

SOMOS AMOR Y SEXO
Lissidini Sánchez, José
Minas. Lavalleja. República Oriental del Uruguay
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Amado Alejandro.-

Mi arcángel de amor. Otro día más sin verte y, mi pensamiento flotando en tu llama, pisándole las huellas  a  tu alma, mientras me creo sumergida en un río de locura, sintiendo aún el halo de calor que guardo de tus brazos, desde nuestro último encuentro Este amor, es estrella ciega, es sabor amargo, pero con  él, mi mundo yace completo, sin él, me siento página en blanco. A veces, hay rumores de insuficiente amor, que se ríen de la impaciencia y se burlan    de los miedos. Te amo tanto que, no existe  el día en que no arda por colocar, mi aroma junto al tuyo. Pero, quizá pecando de torpe, no logro que corras  a  mi lecho o es   que, no quiero que este amor se degrade, porque solo el amor desinteresado, busca y protege y, solo el amor genuino, que parte de nuestro corazón, cobija y, jamás abandona. En la soledad de las horas, en que no me encuentro ante ti, mi océano enorme y azul, sin tu sonrisa en flor, en que no me recuesto sobre el sol que es tu ombligo, batallando  frenéticamente, para que no se haga pedazos mi sueño y, se vuelva sangre mi voz, me lleno cuanto puedo, la boca con tu nombre, mi cántaro de miel, mi dulce amor, y entonces puedo estar agradecida, al instante del pétalo que me llevó a pensar en ti. Sé que corro el riesgo de enloquecer, si de continuo, navego en la obsesión de tu ser, pero es que sin ti, para mí no existe gracia en nada, así se vuelve todo insoportable para mí. No consigo comer casi, hoy no he almorzado, quizá sea algo de neurosis. Es que, tú me has acostumbrado a ti, a tu sonrisa, tus carcajadas libres, tu canto y, te espero como los cangrejos esperan las mareas, todos los días amor mío.
Te cuento que estoy leyendo un libro, de Carlos Drummond, ya termine el de Mario Quintana que te dije. Si, te sorprende que me gusten los autores brasileños, pero es así. Tampoco me lo explico. Que loco, ¿no? Hace un calor insoportable, salí un rato a la ciudad, compre una flores, arregle mis uñas, y espero el temporal, aunque es peligroso, la zona toda está con tormentas feas. Tal vez duerma, ya que no podré caminar por la playa que me encanta. Detesto estos días. Estoy triste, así de simple. No quiero ni pensar, que todo acaba, porque todo es efímero en el mundo. Ni que lo que nos ofrecemos, no baste, que no sea fecundo. Si bien es cierto, que jugar con fuego puede quemar, el disfrute de vivir, lo mejor de cada instante, es de extremo a extremo, el amor. El amor, es derecho a vivir, razón de soñar, no se puede prohibir ni eludir. A veces, parece tan simple. En el amor, nada puede ser inconcebible, todo puede ser verdad, hasta una mentira. Por ello te espero, para lanzarme al vértigo espeso de tu cuerpo, con este amor, que nos rescata de las tinieblas, despertar del dolor, lucero en la noche de nuestra soledad, que nos muestra el camino. Amarte, es acariciar el cielo y, estar junto a ti, una pasión desbordante. Cuando mis manos te tocan, despierta el regocijo y encuentro en tus besos húmedos, el sumo deleite, que se vuelve maravillosa lluvia, cuando te pierdes en mis profundidades y secretos, avasallante, trémulo de deseos. El hecho de que no estés, me prohíbe la sonrisa, aunque no por ello, me negaré a depositar ilusiones en mis sueños. Me convocan tus caricias, artesanas capaces de vencer, cualquiera de mis tempestades Y si amarte es castigo o maleficio, el mío, es un jardín en el que no sembraran penas, pues busco, con este amor avanzar hacia un nuevo día, en donde la soledad sea desterrada.
No existe el descanso ni la tregua, para el corazón que ama con pasión y sin medida. El corazón es terco. Persistente, se hunde en las quimeras,  en la loca travesura de combatir vientos y hasta ciclones, en el camino hacia  tu cuerpo amado y elegido, para imprimir en él, su rastro eterno, mientras navegas  por mis surcos estrechos, sinuosos y plagados de goces y ternuras, donde se extravía la caricia voluptuosa y, llena de flores la sangre.
Mi amor. Mi alegría. Tú eres mi tierra y mi mar, de mi azul cielo, lleno de luz y color, el día y la noche. Sin dolores ni quejidos, espera en la llanura que es mi cama, entre las sedas, la dulzura desnuda, rica de magia y fuerza, que la cubra la cálida brisa de tu paraíso.
Suave viento mío, sé que sin que deba llorar a la luna, amarrada a la piel de la ilusión, te sabré nuevamente, cruzando manantiales  y océano, por el camino delicioso del encuentro, donde se volverán a juntar, tu grito y mi grito.
Me digo, que las distancias ya no existen, debido a las redes sociales y los medios de comunicación. Pero muchas veces parece que, los mensajes, las fotos, los videos, las lindas imágenes no provocan la impresión que se esperaba y entonces, nos sentimos cual barco a la deriva. La distancia es un riesgo, pero claro, la vida está hecha de riesgos. Lo importante, es abrir ventanas en nuestra intemperie, y con hambrienta devoción, elevar nuestra mirada sin horizontes, creando un arco iris, desde tu alma a la mía, desbaratando barreras e imposibles, para conquistarnos más allá de la simple conquista y amarnos con total contundencia. No dudo que volverás, embellecido y triunfante de amor, para abrazarme  y contarme cómo te fue, qué sentiste lejos de mí, para repetir una y otra vez, que me anhelabas y repetirlo hasta el infinito, en dosis pequeñas y con apasionamiento, mientras, yo guardo silencio entre tus brazos. Si, se incendia mi espíritu de sueños, y hace la realidad más dulce y más llevadero el camino de las posibles decepciones.
Me prometiste el mes de tus vacaciones, y fue así. Conocí tu carcajada, tu risa buena y tu corazón de torcaz. Supe que era imposible enjaularte y, abrí mis manos y te deje volar, a pesar de mi inconfesable temblor. Ahora  amor mío, eres dolor que se aproxima y se aleja,  esa melancolía, porque llamaste a mi corazón, para quedarte infinitamente tatuado, yo deje de ser yo, para hacerme tú, te hice mi Rey cotidiano. Pero bendigo el sueño que juntos nos recibía, y el despertar gozoso, porque yo fui todas las mujeres de tus deseos y eternice cada instante juntos, convirtiéndolo en sagrado. El amor, no tiene certezas. Pero tengo la medida de tus manos, que trazaron soles, como un escolar en la página inquieta de mi cuerpo, vivas en mi pensamiento, en la memoria de mis actos, y te llevo a donde vaya. Por eso creo que este amor, esta ebrio de eternidad y metáforas, desbordándome la piel.  Volviste a prometerme, en este caso, el retorno y, porque te creo, desde que partió el avión, te espero.
Te espero y, nadie sabe cómo vuelan mis ansias de envolverte, en una borrasca de ternura, en un afán de posesa por el solo hecho de amarte. Te esperan mis ojos de cielo, para condenarme al milagro de sus caricias. Entiende que solo cuando te vuelva a beber,   recuperare  el placer de la dicha.
Porque el amor tiene un contenido sagrado, que maravilla la tierra,  a pesar del océano entre nosotros, te esperare. Será sin tiempo, sin plazos, porque los plazos suelen ser traicioneros. Por eso, incluso, me he negado a ponerle fecha a esta carta. Te esperaré, pero no para morir contigo, sino, para vivir contigo. Cambiando la angustia por esperanza, te esperaré, para que el dulce sabor del amor, no se pierda.
Cariño. Vuelan mil besos  cruzando  el Atlántico, desde la calidez de La Paloma, Rocha, Uruguay, para encallar en tu  gélida, Barcelona y entibiarte el alma.

 Por siempre, tuya  Inés.




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